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Paul Vega y Ana Cecilia Natteri usan la cordura para crear unos locos memorables. De jueves a martes en La Plaza-Isil.

Un Animal Enjaulado

Publicado: 2011-11-27

Comentario a "La Fiesta de Cumpleaños" de Harold Pinter, dirigida por Chela de Ferrari.

No habrá respuestas. ¿Quién es Stanley? ¿Quiénes sus caseros? ¿Quiénes son los misteriosos visitantes Golberg y McCann? ¿Qué está sucediendo? Nunca se sabrá con total claridad porque ese limbo, esa opacidad en los motivos y causas permite rasgar la lógica y dejar que corra sobre el escenario el fantasma de la perturbación.

“La fiesta de cumpleaños” (1958) es la segunda obra escrita por Harold Pinter. Junto a “La habitación”, “El montacargas” y “El portero” conforman sus obras de juventud.

Luego de su estreno en Londres “La fiesta…” fue cancelada luego de 8 funciones. Ofendido e inseguro, Pinter quiso dejar la dramaturgia. Sin embargo, Harold Hobson, crítico del Sunday Times, escribió que tanto el título como el escritor darían que hablar en el futuro. En el 2005 ganaría el Premio Nobel de Literatura.

¿Por qué tanto lío? Es que apenas en 1953 se había estrenado un radical precedente, “Esperando a Godot”, con la que Beckett le otorga densidad a las propuestas patafísicas y absurdas de Jarry y Ionesco. Pinter, además, añade violencia verbal (que siempre es sicológica) a su naciente obra, que en este caso comparte rasgos de construcción con “Los Asesinos” (1927) de Hemingway.

Sobre el cuento del viejo Hem, Vargas Llosa ha escrito: "Lo más importante de la historia es un gran signo de interrogación: ¿por qué quieren matar al sueco Ele Andreson ese par de forajidos que entran con fusiles de cañones recortados al pequeño restaurante Henry’s de esa localidad innominada? Nunca lo sabremos".

A pesar de los precedentes señalados y de que la obra de Pinter tiene más de 50 años sobre las tablas, su capacidad de desconcierto se mantiene, como se puede comprobar en el limeño teatro ubicado al borde del mar.

El día que yo vi la obra, varias parejas se pararon y se fueron antes de que acabe la función. Una vez finalizada varias personas salieron disparadas de sus asientos. Eso me gustó. Porque la incomodidad de su propuesta hace que muchos busquen la seguridad de los ojos cerrados, se escuden en la incomprensión o la ataquen como se hace con un ser ajeno y perturbador que quiere cruzar el círculo de tiza que marca las fronteras de nuestra intimidad.

Es cierto. Hay una traición en la obra de Pinter. Uno va al teatro a ver una obra titulada "La Fiesta de Cumpleaños" escrita por un premio Nobel y se espera muchas cosas menos que no le expliquen por qué está sucediendo "eso" en el escenario. Pero en esa traición se funda la grandeza de esta pieza.

Esto no quiere decir que sea una obra complicada. No hay que ser muy inteligente o sensible para disfrutarla. Solamente hay que ser un poco atrevido. Y abrirle la puerta a lo desconocido. Y mirar. Y escuchar. Y sentir.

En la versión dirigida por Chela de Ferrari, Paul Vega y Ana Cecilia Natteri se llevan las palmas por unas actuaciones donde sensibilidad y cordura les han permitido crear unos locos sensacionales. Dejan dudas, sin embargo, Mario Velásquez y Rómulo Assereto porque su sombra de maldad nunca termina de cuajar.  Lo que no desmerece una propuesta que logra el inusual mérito de hacer coincidir los extremos: es simple y misteriosa, divertida y perturbadora, lúdica y sádica como un raro animal enjaulado.

Juan Carlos Méndez

Pdta: Una versión de este texto fue publicado en Caretas 2208. Lo posteo aquí porque saliendo de ver "Astronautas", la mejor obra del teatro peruano en el 2011, el popular @ocram me djo que no le había gustado "La Fiesta...". Servido, muchachón.


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