Sin Miedo a la Maldad
Apologético en favor de "Las Malas Intenciones".
Lo más interesante de “Las Malas Intenciones” es que la directora Rosario García-Montero nunca se arrepiente.
Listar las dificultades de hacer cine (guión, producción, locaciones, actores, financiación, distribución y más) suelen ser la mejor excusa para no arriesgar. Para ceder. Al miedo ajeno y al propio. Para refugiarse en la seguridad de las buenas intenciones.
Se puede decir que el ímpetu y la osadía que exuda la película protagonizada por la impresionante Fátima Buntinx es propio de los debutantes. Cuando precisamente es al revés: la lista de primerizos que arrugan y se mojan los pantalones ante el primer estate quieto es tan larga que aburre.
No.
Felizmente no es el caso.
Explorar y transgredir. Requisitos indispensables para que una ficción tenga voz propia. Y la primera película de García-Montero canta a su manera. Como debe ser.
Tocando temas y tópicos característicos de la filmografía nacional (el terrorismo, la década del 80, los conflictos sociales y raciales), la cinta adquiere particularidad porque no le tiene miedo a lo onírico, ni a la imaginación, ni al humor negro. No le tiene miedo a la maldad. Lo que quiere decir que no le teme al cine peruano. Lo que es bastante.
A pesar de esos méritos, la película ha sido noticia en el Perú porque el mercado traga sin saborear. Y el que no siente tampoco piensa. Que la programen a las 4 de la tarde describe con exactitud el lugar del cine en los multicines.
El Ministerio de Cultura reaccionó. Y anunció una ley que, entre otras cosas, recuperará la dignidad para las películas nacionales al momento de ser exhibidas.
Y ya que están en eso, deberían lograr que los cortos peruanos vuelvan a la pantalla grande. Aunque sea solo para joder.
Juan Carlos Méndez.